domingo, 14 de agosto de 2011

¿Cómo descargarse en un estadio?

Solía suceder en varias oportunidades. En varios ambientes de la vida. No me pareció extraña esta situación. Como que me acostumbraba a ver estos actos, no sólo en el fútbol, pasó en otros deportes también.
Ocurrió en una oportunidad en una tarde invierno cuando fui como espectador a ver un partido en el cual jugaba un amigo para los “Rayados”. Me pidió que vaya porque quizá, también ese día, fuese su retiro definitivo del fútbol, y ante los “Cruzados”, el clásico. Sabía que era un día doblemente complicado. Por un lado, una derrota, hasta incluso un empate, podía significar la pérdida de la categoría para mi amigo “Juan”; pero por otro, si su equipo ganaba meditaba la posibilidad de seguir con el vicio de la pelota.
Cuál de las dos finalmente pasó? La que contaba en primera instancia, claro. Pero no todo quedaría allí.
Como les contaba, fui a ver el partido de mi amigo al estadio. Comenzó muy aburrido. Los nervios se apoderaban de cada uno de los protagonistas de los equipos, de los pies a cabezas. Era un partido chato. Las situaciones de gol brillaban por su ausencia hasta que sobre el cierre del primer tiempo, Juan, marcó la apertura del marcador, y de cabeza. Qué más se le podía pedir, no? En el día de su posible retiro, marcar un gol y dejar a su equipo en la máxima división del fútbol era lo ideal.
Sin embargo, llegó el anochecer. De entrada, cuando en la jerga futbolera decimos que los equipos se están acomodando en la cancha, le empataron. Y otra vez a remar.
Pasaban los minutos y otra vez como al principio, todo se hizo cuesta arriba. Pero lo peor estaba por venir.
Corría el minuto 92, si, habían pasado dos minutos de los tres minutos más que dio el juez cuando un error de la defensa Rayada permitió que los Cruzados lo dieran vuelta y así, encima, gritar campeón. No había tiempo para más y 60 segundos después el árbitro hizo sonar el silbato decretando el final. Pero … en un abrir y cerrar de ojos el panorama que se vivía en la cancha se puso muy negro. La gente no toleró lo que estaba viendo y decidió “hacer justicia por manos propias”. No entendía que generando violencia se hacía más violencia, tanto dentro como fuera del terreno de juego.
Vi correr muchas cosas. Volaban cualquier cantidad de elementos contundentes y peligros. Palos por doquier, piedras que ni te cuento. Cualquier cosa que a esta gente se le cruzaba por el camino y sirva para tirar dentro del campo les caía como anillo al dedo. Y lograron su cometido, de entrar a la cancha a buscar su “suvenir” y reprocharles la actitud a los jugadores que a mí entender dejaron todo pero que por esas cosas del fútbol no fue así.
No había adjetivo que englobara todo lo que estaban captando mis ojos. Hacer un análisis resultaría tan largo como escribir una enciclopedia. Qué decir entonces es la cuestión. Se me viene rápido a la mente cómo la gente piensa que con la violencia va a ganar. Pero no es así. Ganará enemigos, querrá ser el mejor. Sin lugar a dudas, una cancha debe ser un lugar de encuentro para disfrutar de un espectáculo deportivo.
Temí por amigo. Traté de localizarlo para ver si estaba a salvo pero no lo vi. Me angustié y lloré por momentos para saber dónde estaba. A los pocos minutos recibo un mensaje, era él. Yo estaba al lado de su familia, eran como mis segundos padres. Nos dijo que estaba todo, que le arrancaron de las manos la última camiseta que le iba a obsequiar a su hijo. Pero que por fortuna él estaba más que bien. Tenía un piedrazo en el muslo, pero nada más. Quien la pasó peor fue el arquero. Lo corrieron por todos lados acusándolo que dejarse de hacer los goles. Nada que ver. Fueron los rivales quienes jugaron mejor y fueron justos ganadores. El “Pochi” sufrió un corte en la cabeza, le dieron algunos puntos y tuvo que ir al sanatorio por precaución nomás, y por fortuna le dieron el alta al instante.
Una vez transcurridas dos largas horas nos reencontramos con Juan en el estacionamiento. Cruzamos algunas palabras. Nos dio tranquilidad. Y nos confirmó que deja la actividad para dedicarse a la familia dado lo que le tocó vivir en la cancha. Hubiésemos preferido otro final, tanto para él como para su equipo. Pero lo más importante es que tiene gente alrededor a la cuál confiar. Ahora nos dijo que tratará de colaborar para que esto no suceda más como referente de los “Rayados” y le buscará la vuelta para que la familia vuelva a la cancha sin miedo.

Amigos de la no suerte


Esto me hace recordar a mi época de un cuasi barra brava. Qué palabra cuasi, no? Si me escuchara mi abuela me diría, nene! te parecés a mí, modernízate. Mírala! , dije asombrado.
Pero bueno. Sin embargo yo seguía en la mía. Estaba preocupado porque nunca había vivido una situación tan complicada en mis 30 años de vida, y vaya que hay situaciones más preocupantes que ver a un equipo de fútbol. Pero bueno, volvemos un tiempo antes y sólo los futboleros entienden esta situación inexplicable.
Sabía que no era un día más. Era de esos días que quería que no estén frente a mí pero lamentablemente los tenía.
Qué debía hacer? Me replanteé una y mil veces. Recordé mis épocas de futbolista de verdad cuando siempre me vestía de la misma manera para que me vaya bien, bah, de vez en cuando. Siempre usaba la misma vestimenta, por más rota que esté. Y no era el único. Obligué a mis amigos a que se pilcharan tal cual fuimos campeones y así nos mandamos a la cancha a ver a nuestro querido equipo.
En el trayecto al estadio compartimos anécdotas de los miles y miles de kilómetros que hicimos para alentar a nuestros jugadores. No podíamos creer que pase exactamente lo contrario. Pero bueno. Fue larguísima la previa hasta que llegamos a la cancha. Dejamos el auto y recorrimos las dos cuadras que nos separan hasta la puerta. Luego nos intranquilizamos y los nervios recorrían nuestras venas, y el corazón latía a más no poder.
Sin embargo, el partido se pasó volando. En lugar de 90 minutos parecía que se jugó la mitad. Y perdimos. Cabeza gacha nos retiramos. La ilusión por el subsuelo, si, leíste bien, más abajo no podía estar. Subimos al auto y a las pocas cuadras nos deshicimos de la ropa, esa que con tanto esfuerzo compramos con el trabajo nuestro de cada día. Ya no la queríamos ver, ni sentir, claro.
Fue muy duro todo esto, un momento inolvidable para mal. Justicia por el resultado, quizá. Ahora hay que replantearse unas cosas futboleras. Y por sobre todas las cosas, hay que replantearse una cábala nueva.

viernes, 5 de agosto de 2011

Redacción II - Nota Carlos Durhand

Siendo el fútbol rosarino tan rico en historia y forjador de múltiples momentos históricos, ¿Cómo se llegó a esto de los cuatro descensos en un año?

Más que nada por una cuestión deportiva, por ahí un tema dirigencial en el medio pero me da la impresión que los que entran a la cancha son los jugadores, los que definen estas situaciones son los protagonistas en el campo de juego. Que haya habido cuatro descensos en poco más de 400 días para los equipos de rosario, es un hecho histórico, no solamente porque estos equipos se van al descenso, por haber tenido un mal año futbolístico, sino que es la suma de tres temporadas de 114 partidos donde no se hicieron bien las cosas y tuvieron que perder la categoría.

Si le cambiamos el título a un famoso libro, ¿Diríamos que fue crónica de un descenso anunciado?

En parte si y en parte no. Si vamos a lo particular Rosario Central necesitaba para mantener su espacio en el círculo privilegiado, haber empatado contra el cuarto de la B. Lo de Central Córdoba que ahora está resurgiendo, fue muy malo los dos últimos años pésimos que si juntamos once jugadores acá en la radio les ganábamos. Era la realidad. Argentino también pierde su lugar en la C con una promoción s que tenía ventaja deportiva, había hecho una buena campaña pero bueno se levantaron mal esos 180 minutos y Liniers logró el pasaje a la C. Y Tiro Federal también, no fue tan malo como lo de Central Córdoba pero los jugadores no respondieron a las expectativas.

¿Se entiende la locura de la gente cuando el equipo desciende?

No las justifico ningún grado de violencia. Creo que la mejor presión que puede hacer un hincha de fútbol es ser socio de su club, participar de las asambleas, votar y con las comisiones directivas que no hicieron bien las cosas es sacarle su lugar.

A tu entender, ¿Es favorable este sistema de los promedios del descenso?

Yo estoy totalmente de acuerdo con los promedios. La única variación que le haría es que a los equipos que ascienden a una nueva categoría no lo haría participar del promedio y si jueguen su participación en una tabla acumulada de ese año. Entonces si dentro de esa tabla acumulada están entre los cuatro últimos ahí si descenso o promoción. Y si no lo están que permanezcan porque por ahí uno termina como el equipo número doce de la temporada, un recién ascendido, y con 46 o 47 puntos, tiene que jugar la promoción y eso no está bien. Estoy totalmente de acuerdo con el sistema de promedios porque con un año futbolístico malo que lo puede tener cualquier club no es lógico que pierdas la categoría si es estamos apuntando a los procesos largos y esto me parece que es una muy buena defensa de los procesos largos.

¿Cuándo un equipo desciende es necesario o es lógico que ese técnico sea del riñón del club?

No hay una fórmula mágica. Con eso hablamos todos con el diario del lunes. En el caso de Central se unieron los dos extremos. Se trajo primeramente a Héctor Rivoira que es un técnico experto en ascender y los resultados no fueron buenos. Y después se trajo, más allá de que no tenga experiencia como técnico, al jugador más ganador en la historia de Central y tampoco obtuvo buenos resultados.



¿Cómo se explica el caso de Argentino de Rosario en el 2007 que, estando a un minuto de subir a la B Metropolitana, ahora está jugando en la última categoría del fútbol argentino?

Porque esto es fútbol. Es el deporte más maravilloso y estuviste a dos minutos de participar en el tercer nivel del fútbol argentino con un ingreso televisivo, con otras expectativas, y hoy estás jugando en la categoría más chica. Después, si hiciste mal las cosas durante tres temporadas tenés que pagar el derecho de irte.

¿Cómo podríamos definir este nuevo torneo, qué se intenta buscar?

Convengamos que con este formato que le quieren dar que para mí es un mamarracho desde el punto de vista deportivo. Yo simplemente analizo lo deportivo. Si hay otros intereses económicos, para salvar a los clubes, lo desconozco, pero desde la competitividad tenemos el caso que con el debido respeto que un equipo como General Lamadrid el año que viene puede jugar en Primera División si hoy gana la B Metropolitana.

¿Estás de acuerdo con esta clase de torneo?

No estoy de acuerdo para nada. Se pierde lo deportivo. No hay ninguna liga en el mundo que tenga 40 equipos en su primer nivel. Está muy lindo este torneo desde lo emocionante. Está muy bien el hecho de que en primera división haya dos campeones y que las categorías de ascenso sean torneos largos. No nos olvidemos desde lo emocionante que fue la última fecha.

De hecho hace poco fue declarado el segundo torneo más importante del mundo…

Obviamente. Y eso desde lo emotivo pesa mucho. Desde la calidad del juego quizás se van muchos jugadores, pero eso es un problema eterno. Y va a pasar porque también es una cuestión del jugador porque no se le puede pagar el dinero que pueden ganar en Europa.

¿Es necesario tener más equipos rosarinos por el bien del fútbol para tener más chicos que quieran jugar al fútbol y su sueño de ser futbolista, sobre todo en el círculo superior de la AFA?

Central y Newell´s siempre van a estar arriba de los equipos del ascenso a nivel convocatoria porque es una cuestión generacional y demográfica. Es lindo tener equipos de la ciudad dentro del primer nivel. Estuvo muy jugoso el hecho de que Tiro Federal la temporada 2005 – 2006 haya estado en primera división, pasó con Central Córdoba allá por el 58 y el 59. Argentino no estuvo cerca pero todos recuerdan la gran campaña que hizo en el 83 cuando le ganó 4 a 3 a Racing. Tuvimos un efímero paso de Renato Cesarini en los Nacionales del 82/83 y sería bueno contar con los rosarinos en los torneos.